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viernes, diciembre 18, 2009
Navidad En Rusia
Autor desconocido
En 1994 dos americanos respondieron a una invitación que les hizo llegar el Departamento de Educación de Rusia, para enseñar moral y ética en las escuelas públicas, basada en principios bíblicos.
Debían enseñar en prisiones, negocios, el departamento de bomberos de la policía y en un gran orfanato. En el orfanato había casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados, abusados y dejados en manos del Estado. De allí surgió esta historia relatada por los mismos visitantes.
Se acercaba la época de las fiestas de fin de año de 1994, los niños del orfanato iban a escuchar por primera vez la historia tradicional de la Navidad. Les contamos acerca de María y José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas, por lo que debieron ir a un establo, donde finalmente el niño Jesús nació y fue puesto en un pesebre.
A lo largo de la historia, los chicos y los empleados del orfanato no podían contener su asombro. Algunos estaban sentados al borde de la silla tratando de captar cada palabra.
Una vez terminada la historia, les dimos a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada chico se le dio un cuadradito de papel cortado de unas servilletas amarillas que yo había llevado conmigo. En la ciudad no se podía encontrar un solo pedazo de papel de colores.
Mientras los huérfanos estaban atareados armando sus pesebres, yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban alguna ayuda. Todo fue bien hasta que llegué donde el pequeño Misha estaba sentado.
Parecía tener unos seis años y había terminado su trabajo. Cuando miré el pesebre quedé sorprendido al no ver dos niños dentro del mismo. Llamé rápidamente al traductor para que le preguntara por qué había dos bebés en el pesebre.
Misha cruzó sus brazos y observando la escena del pesebre comenzó a repetir la historia que acababa de escuchar, muy seriamente.
Para ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sola vez estaba muy bien, hasta que llegó la parte donde Maria pone al bebé en el pesebre. Allí Misha empezó a inventar su propio final para la historia, dijo: «Y cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá y que no tenía un lugar para estar. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con él. Le dije que no podía, porque no tenía un regalo para darle.
Pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé qué cosa tenía que pudiese darle a él como regalo; se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor. Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ese seria un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo. Si me das calor, ese seria el mejor regalo que jamás haya recibido... Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miro y me dijo que podía quedarme allí para siempre».
Cuando el pequeño Misha terminó su historia, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas que empapaban sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un profundo llanto.
El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. ¡Alguien que estaría con él para siempre. Y yo aprendí que no son las cosas que tienes en tu vida lo que cuenta, sino a quiénes tienes es lo que verdaderamente importa.
lunes, diciembre 14, 2009
Y... a lo Mejor sea cierto....Solo vos lo sabes!
SALMO DE LA TELEVISION
paco palafox
1. La Televisión es mi pastor, nada me faltará
2. En delicados sillones me hará descansar, me desviará de la fe;
3. Destruirá mi alma, me guiará por sendas de sexo, violencia y vacío por amor al patrocinador.
4. Aunque ande en valle de sombras de mis responsabilidades cristianas, no temeré interrupción alguna porque la televisión está conmigo.
Sus colores y su control remoto me infundirán aliento.
5. Aderezas comerciales delante de mí, en presencia de mi indiferencia espiritual.
Unges mi cabeza con humanismo y consumismo; mi codicia está rebosando.
6. Ciertamente la flojera y la ignorancia me seguirá todos los días de mi vida; y en mi casa, mirando televisión...moraré por largos días
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