lunes, noviembre 30, 2009

No soporto a mis Viejos....!!!!!!


Hay frases que para algunas serán ecos de la realidad, para otros resuenan más cercanas y a otros son el augurio de lo que vendrá. Hagamos la prueba: -¿ Eso te vas a poner? Te queda horrible!!! ¿Con quién vas a salir?,¿ A qué hora vas a volver?, -Pero levantate más temprano para estudiar en vez de quedarte vagueando con la compu hasta tan tarde!!!, A ver si colaborás más con la casa y con tu hermanito, que esto no es una pensión!!!, -Mientras vivas en esta casa vas a hacer lo que yo diga!!!. Y muchas más que por causa del tiempo y del espacio no explayaremos aquí. Todas ellas hacen presentes en nuestra memoria episodios de disputas con padres y/o personas adultas en esa función.

Cuando pensamos en la cantidad de libros que se escriben para padres acerca de la crianza de los hijos, y capítulos especialmente largos con respecto a la adolescencia; es fácil imaginarse que no es sencillo. Esto da cuenta de que nadie nace sabiendo ser padre. Pero la cuando pensamos al revés, encontramos poco o nada de instrucción para saber ser hijos e hijas adolescentes de estos padres. A no desesperar que al parecer estas fricciones entre padres e hijos son de larga data; por lo cual se vuelve absolutamente normal y esperable que esto suceda.
En principio tenemos muy en cuenta el pedido de Dios hacia nosotros de honrar a nuestros padres. Y sobre esto debemos hacer un alto y pensar. Honrar a nuestros padres, no tiene que ver exclusivamente con hacer todo lo que digan sin preguntar objetar u opinar. Creemos que honrar a nuestros padres tiene más que ver con llevar una vida digna y plena, de la cual ellos puedan andar orgullosos por la vida.
Y esto no es sacarse 10 en todo y que en la escuela te nombren abanderado. Es un poco más sencillo (o no...), y se trata de vivir con integridad la vida abundante que el señor nos regaló para vivir en esta tierra también. Honrar a nuestros padres, no pasa por no cuestionar el mandato. Si no más bien por saber preguntarlo. En comunicación humana sabemos que mucho más fuerte es el cómo lo decimos que el qué decimos. A veces lo que prevalece es la forma en que decimos las cosas, porque esto también comunica.

Sobre esto quisiéramos extendernos más. Existe una forma de comprender como es nuestra forma de actuar a partir de nuestros pensamientos. Se entiende que lo pensamos determina lo que sentimos y lo que sentimos, determina nuestra acción. Que queremos decir con esto. Si un papá piensa que ese es un lugar peligroso para que vaya su nena, se sentirá inseguro y con miedo; por lo tanto se lo prohíba directamente sin muchas vueltas. Esta prohibición caerá como una bomba atómica en la cabeza de esta chica que desea con todo el corazón ir allí porque estarán sus amigos, se siente frustrada por la inapelable decisión de su padre, y hasta podría lanzarle una acusación fea como de policía o castrador. Y así la bola de nieve se los come a los dos.

No tenemos la receta mágica para evitar este tipo de disputas. Pero vamos a abrirte una punta para que lo intentes vos. Es cierto que lo único que podemos conocer directamente de una persona son sus conductas, actos u acciones. Pero si le ponés voluntad podés ir más allá. ¿Qué hubiese sucedido si esta chica hubiese preguntado a su papá por qué se siente inseguro? ¿Y si ese padre preguntara por qué es tan importante para su hija? Nadie puede cuestionar nuestros sentimientos. Se pueden discutir ideas, pero no lo que sentimos. Lo que sentimos es así. Puede estar fundado en un pensamiento errado, y sobre eso se puede cuestionar, charlar y conversar. ¿Qué es lo que mueve a nuestros papás a tomar estas determinaciones? ¿Por qué es que dice lo que dice?
Conectado con esto está otra opción que puede ser una vía de escape frente a conversaciones belicosas. A veces te podés sentir muy atacado o atacada por la apreciación de otro sobre vos. En ese caso hay una especie de fórmula simple, para armar nuestra contestación y evitar que se desate la tercera guerra mundial. Dirigite a esa persona directamente, contale cómo te hace sentir lo que dice y que necesitarías que se modifique para dejar de sentirte así. En el caso de la chica anterior esto sería algo así: Bueno papá, la verdad que me siento muy frustrado por no poder ir allí, necesitaría saber cuáles son tus razones y yo explicarte las mías. Una contestación de este tipo, es menos contenciosa y busca de todas formas acordar criterios evitando enfrentamientos. Abrir el diálogo, en este y otros ámbitos, siempre es positivo.
Desde LAGRAM apostamos a una relación firme y saludable de los adolescentes con sus padres o quienes cumplan esa función, porque sabemos que se trata de bendecir y ser bendecidos por Dios en la relación con los otros. Sabemos que no es fácil, pero siempre vale la pena intentarlo como lo hizo el Señor con nosotros.

por MeliR @ Tomado de http://dioshablahoy.blog.com.es

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