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lunes, octubre 11, 2010
Rebeldía y Apatía
Los jóvenes son rebeldes y apáticos en toda época, civilización,cultura y país. Pero, sin duda, estas características se agudizan entre las nuevas generaciones latinas en los Estados Unidos, a causa del fuerte choque de dos sicologías
que llevan a dos comportamientos diferentes. Veamos:
Buena parte de América Latina se encuentra situada en la zona tórrida, lo cual no es un factor de poca monta, sino muy importante para entender la diferencia sicológica entre sus moradores y los anglosajones de la América del Norte. La medición temporal de las estaciones: invierno, primavera, verano y otoño, obliga al horario, al cronómetro, a la agenda, al manejo riguroso del tiempo; la ausencia de ella genera una monotonía que hace al hombre estar estando, pasar pasando.
«No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy» es un axioma anglosajón. «Mañana será otro día», axioma latinoamericano.En el análisis de una situación determinada, el anglo concreta, el latino dilata. Siendo el tiempo una medida que se le da al espacio, en el norte transcurre rápidamente, en el sur con lentitud. El trópico, por sus condiciones meteorológicas, genera un ambiente propicio a la modorra, al aplazamiento del asunto, al después. José Eustasio Rivera, el enorme poeta latinoamericano, movió la idea de que el hombre es un producto del paisaje. El hombre no: su conducta, parcialmente, sí.
Hay quienes miran con desdén al sujeto tropical, pues observan en él perfiles negativos: dicen que es iluso, de cabeza caliente, voz altisonante, modales bruscos, omiso, haragán, dado a la improvisación y a dejarlo todo iniciado sin llevar nada a
término. Por lo cual la región que lo alberga es teatro de un concierto interminable de sinfonías inconclusas.
Tales críticos hablan de las endemias y epidemias tropicales, de las dictaduras tropicales, los huracanes tropicales, de lo tropical en sentido despectivo. Y, lo peor de todo, millones son las víctimas de tales señalamientos que los creen y se limitan a encogerse de hombros y exclamar con voz cancina: «Qué le vamos a hacer, nosotros somos así». De esta manera, al medio ambiente creado por la naturaleza, se le añade un medio ambiente sicológico deprimente que produce más erosión y daños
mayores a la colectividad.
Se dice, por el contrario, que el nórdico es ordenado, matemático, preciso, riguroso; y se hace de ello una virtud, pasando por alto que la inflexibilidad trae, también, a su turno, adaptadores sicológicos nocivos. Lo puntual, lo milimétrico, lo
invariable puede llevar a la rutina, y la rutina hace aburrida la existencia. Millones de seres libres han desarrollado, de esta manera, una nueva esclavitud, como dándole la razón a Franz Kafka cuando afirma que «el hombre solo es libre para elegir su propia cadena».
Por lo anteriormente expuesto, resultan explicables los choques que se presentan en el encuentro de las dos sicologías colectivas, que no debieran permanecer tercas cada una en lo suyo, sino analizarse mutuamente y aprender de las dificultades
diferenciales. Lo básico de ellas estriba en la obvia brecha que separa a romanticismo y pragmatismo. El latinoamericano es romántico, el anglosajón es pragmático, pero los dos son distorsiones del hombre equilibrado. ¿Puede haber romanticismo pragmático? ¿Es posible, acaso, un pragmatismo romántico? En realidad, Don Quijote y Sancho son la misma persona, sólo que reacciona de dos maneras diferentes. Como el doctor Jekell y Mr. Hyde, o El otro yo del doctor Merengue,
para recordar la vieja tira cómica americana. Un buen mestizaje que podría intentarse sería tomar de cada ADN colectivo – por llamarlo de alguna manera- los componentes positivos y mezclarlos hacia la síntesis futura.
Hay algo en lo cual, con bases bíblicas, podemos llegar a un acuerdo básico: el buen manejo del tiempo. Para bien o para mal, en el norte y en el sur, en el oriente y en el occidente, los relojes existen, son máquinas ideadas por el hombre por mera
necesidad. En la Biblia se cuenta el tiempo a partir de la caída de Adán y Eva. En el Edén no había tiempo sino eternidad. La edad de los primeros padres es el evo. Habiendo tenido principio, ellos no tendrían fin, como seres eviternos. Después de la
caída, si bien el espíritu no fallece, la carne sí; y, por esa causa, en tanto llega la resurrección, el tiempo es necesario como medida del transcurrir humano.
Entendida la diferencia de enfoque sobre el tiempo y el espacio, el Señor cambiará la rebeldía en disciplina y la apatía en diligencia.
Rebeldía y Apatía
Líder Juvenil® OJO PASTORAL
por Darío Silva-Silva
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